Una madre que abrió su corazón y sumó a 150 nuevos hijos

Mónica Castaño tiene cinco hijos, pero también otros 150 del corazón. Asegura que vivía en una burbuja hasta que su marido se quedó sin trabajo, hace más de seis años. Por esta razón se convirtió en «manzanera» de su barrio en Villa Inflamable, partido de Avellaneda, para repartir entre las familias de la zona los bidones de agua que traen los camiones de la municipalidad, debido a la alta contaminación que sufre este lugar.

Al entrar en contacto con los problemas y necesidades de sus vecinos, decidió hacer algo por los más vulnerables: los niños. Creó la Asociación Civil Pie Pequeño, que funciona en su propia casa. Techó el patio y puso en marcha un merendero para saciar el hambre de numerosos chicos. Además, organiza y coordina actividades recreativas con el fin de entretenerlos y hacerles un mimo que acaricie el alma. «A estos niños les falta mucha contención, por eso los invitamos a que vengan, para evitar que estén en la calle. Apenas llegan nos dan un abrazo bien fuerte que verdaderamente te conmueve», explica Mónica.

Gracias al empuje y a la garra que la caracterizan, logró que una empresa le donara leche y galletitas; sin embargo, actualmente el merendero sólo abre los viernes, ya que los recursos escasean. Frente a esta realidad, también sorprende la generosidad de los que menos tienen, por ejemplo voluntarias en difícil situación económica que hacen tortas para compartir, o cartoneros que juntan ropa de abrigo.

La energía positiva de esta mujer se percibe a simple vista, nada la detiene. Hace un tiempo la cocina de su casa se rompió a causa del peso de las ollas, y hoy se las ingenia para cocinar con garrafa y mechero. «Hacemos todo a pulmón con lo que tenemos, juntamos plata entre varios, nos la rebuscamos y compramos los alimentos que nos alcancen. Me involucré en esto porque creo que tenía un potencial escondido que desconocía. Antes me brindaba a mi familia y ahora extendí ese cariño a muchas más personas de esta comunidad», confiesa.

Video: Historias solidarias: Fundación Pie Pequeño

 

Pie Pequeño también desarrolla encuentros donde se genera un espacio para que los niños jueguen y se diviertan, tales como bingos, kermeses y hasta salidas al teatro en micros escolares. Incluso han conseguido contar con un proyector que les permite pasar películas. El día especial de la función, nadie se lo pierde. Hay quienes llegan una o dos horas antes, atraídos, tal vez, por el irresistible olor a pochoclo que les prepara Mónica.

La problemática del desempleo es un denominador común en el barrio, especialmente para la mayoría de las madres de los niños que asisten al merendero. En función a ello, Pie Pequeño se alió a La Costurera, un emprendimiento con amplia experiencia en el rubro textil que capacita a estas mujeres en lo que es el armado de géneros, corte y pintura de tela, limpieza y planchado, etiquetado y embolsado de artículos. De esta forma, aprenden a confeccionar bolsas y accesorios ecológicos con pedazos de tela sobrante y reciben la oportunidad de construir un futuro más alentador sobre la base de la inclusión laboral.

El sueño de la fundadora de Pie Pequeño es obtener una cocina y una heladera para poder ofrecer un mejor servicio a los niños de Villa Inflamable. También necesitan todo tipo de alimentos no perecederos para continuar su labor.

Además, debido a las recientes inundaciones, están realizando una campaña de recolección de colchones, ropa y zapatillas. «Todo lo que la gente dona nos viene bien. Siempre digo: lo que vos llamás viejito, a nosotros nos sirve, y mucho», concluye. Quienes quieran colaborar con la organización pueden contactarse por teléfono al 4222 -6009 / 156-018-9762 o vía mail aasociacionpiepequenio@gmail.com.

Vía: La Nación

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