Fredy Pérez – Pequeños Milagros – Hogar para niños en riesgo | Posadas, Misiones

El proyecto
Fredy abrió, junto con su esposa y en su propia casa, un hogar para niños que por diversos motivos no pueden continuar viviendo junto a su familia. Viven con ellos hasta que se resuelve la adopción o la revinculación familiar. En el hogar Pequeños Milagros, los casi 50 voluntarios colaboran para que cada chico continúe sus estudios, mientras se hacen los controles de salud y nutrición pertinentes según cada caso puntual. Sin embargo, lo más importante que reciben es la posibilidad de crecer en un clima de familia: aceptados, recibidos, queridos y cuidados.
Qué está logrando
En estos 4 años de existencia, pasaron por el hogar 40 chicos. Actualmente hay 19 viviendo. Fredy destina todo su día para el hogar. Es el padre. Con su presencia garantiza un estilo de educación, de formación, de acompañamiento. “El trabajo es de entrega y amor total hacia cada uno de los pequeños que están a mi cargo, para mí son mis hijos: yo me encargo de su crianza, formación, educación y contención. También le ha tocado asesorar y contener a los padres adoptivos de alguno de los niños”.
El dato
Los chicos que llegan al hogar tienen historias personales muy complejas, en las que la violencia y el abandono los marcaron profundamente. Fredy, en cambio, recuerda haber tenido una infancia inolvidable. “Todos los niños tienen derecho a tener una infancia tan linda como la mía”. Una discapacidad permanente hace que Fredy, que está terminando el secundario, se desplace en silla de ruedas, pero su modo de encarar la vida hace que nadie se detenga en esto.
Su mirada
“Todo niño merece una oportunidad. Es importante no solo ver al niño como el futuro, sino que ellos son el presente de nuestro futuro como sociedad. Me motiva la necesidad de pasar por este mundo y dejar una huella y que mi vida valga la pena”.

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pequenosmilagrosfda@hotmail.com | 0376 445 8044

Donde los niños aprender a ser niños

Fredy abrió, en su propia casa, un hogar para niños en riesgo y vulnerabilidad social. 19 chicos crecen recibidos y aceptados en una familia.

El Proyecto

“El trabajo es de entrega y amor total hacia cada uno de los pequeños que están a mi cargo, para mí son mis hijos”, explica Fredy Pérez, quien se encarga de la crianza, formación, educación y contención de los chicos del hogar.
“El trabajo es de entrega y amor total hacia cada uno de los pequeños que están a mi cargo, para mí son mis hijos”.

 

Pequeños Milagros es el nombre del hogar que acoge a 19 niños abandonados o alejados de sus familias biológicas por riesgos de integridad física. Chicos de hasta 15 años que han sido víctimas del abuso, el rechazo, la violencia familiar y el maltrato físico, y hoy tienen la posibilidad de vivir rodeados de afecto en la casa que Fredy tiene con su esposa e hijos.
El día a día en el hogar es como cualquier otro en una familia corriente, con el sacrificio extra que implica cuidar personalmente a tantos chicos. De lunes a viernes, Fredy se levanta a las 6 para preparar el desayuno y llevar a la escuela a los niños que asisten en el turno mañana. Con la ayuda de otros voluntarios, entre todos se encargan de la limpieza del hogar, el aseo personal de los más pequeños que todavía no están en edad escolar, realizan trámites y controles sanitarios (dado que la mayoría llega al hogar con problemas de desnutrición o bajo peso). Cerca del mediodía, Fredy pasa a buscar por la escuela a los chicos de la mañana, se ocupa del almuerzo y luego lleva a los del turno tarde. A las 5 de la tarde, se encarga de pasar a buscarlos por la escuela y aprovecha para asistir él también a clases, ya que está terminando de cursar el colegio secundario. Regresa pasadas las 9 de la noche, momento durante el cual cenan todos juntos para luego irse a descansar. Los talleres de teatro, danza y deportes completan la agenda de la semana.
Los chicos viven en el hogar por tiempo indefinido, hasta el momento en que uno de ellos pueda ser dado en adopción o revinculado con su familia de origen, tras haber asegurado las condiciones necesarias de convivencia. Con ese fin, Fredy mantiene el diálogo regular con los otros padres, como también los aconseja y brinda asesoramiento en todo momento.
“Acá se les enseña a ser niños”, explica Freddy, porque en el hogar pueden vivir la infancia que todo chico se merece. Aprender, jugar, reír y amar son principios básicos que, hasta ese momento, los niños tenían negados y hoy pueden disfrutar gracias al amor de Fredy, su familia y los 50 voluntarios que colaboran con la fundación.
Cómo nace
Fredy y su mujer no pudieron tener hijos, situación que en un primer momento los llevó a tomar la decisión de adoptar a dos hermanos que hacía tiempo estaban separados. Con el paso del tiempo, y al descubrir la gran capacidad de amar que los dos tenían, eligieron formar una gran familia y convertirse en los padres de decenas de chicos.
La fundación Pequeños Milagros tiene su origen en una profunda convicción de Fredy, la cual se construye desde la creencia en la igualdad de oportunidades y que él sintetiza de la siguiente manera: “Todos los niños merecen tener una infancia como la que tuve yo”.
Quién es
Fredy Pérez tiene 49 años y es el presidente de la fundación Pequeños Milagros, la cual abrió sus puertas hace 4 años en la ciudad de Posadas, provincia de Misiones. Su trabajo allí es de tiempo completo, dado que comparte su casa con los acogidos. Esta labor, tal como él explica, es de total entrega y amor, ya que no recibe ninguna remuneración económica por lo que hace.
Hace años Fredy sufrió un accidente ferroviario que lo obligó a manejarse permanentemente en una silla de ruedas, y por el cual no goza de ninguna pensión. Las únicas fuentes de ingreso que permiten a la fundación subsistir son los de una pequeña empresa de sonido e iluminación que Fredy tiene, junto con los aportes percibidos por donaciones de particulares y de organizaciones y la implementación de un programa de padrinazgo.
Su huella

Ellos antes eran los nadie. Ahora tienen un hogar, una pertenencia. “Todos los niños merecen tener una infancia como la que tuve yo”

 

“Me motiva la necesidad de pasar por este mundo, dejar una huella y que mi vida valga la pena”, explica Fredy. Ya lleva 4 años criando, educando, formando y conteniendo a más de 40 niños que han ido pasando por el hogar. Fredy mantiene un fuerte vínculo con cada uno de ellos, incluso con aquellos que ya se han ido del hogar, a quienes visita regularmente.
El fruto de Pequeños milagros es mucho más grande que el poder ver menos niños en la calle sufriendo, ya que gracias a su accionar y su ejemplo también contagian a otros para realizar el mismo trabajo. Fredy nos enseña a creer que un mundo con iguales oportunidades para todos es posible, que los niños puedan volver a ocupar el lugar que se merecen en la sociedad y que recuperen su infancia.
“Para que algo crezca hay que abonarle bien la tierra, que tenga buenas bases”, dice Fredy, y eso es justamente lo que él hace día a día: plantar la semilla y cuidar para que el tronco crezca derecho, fuerte y lleno de frutos nutritivos.
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