Para que todos tengan un techo digno para protegerse de la lluvia

Fue un día de lluvia, luego de jugar un partido de fútbol con los chicos de la villa a la que frecuentemente visitaba, cuando Mario Franzini decidió que tenía una misión que no podía seguir posponiendo.

«Ese mismo día, a la noche, se largó una de esas tormentas de verano. Fue ahí, tapado en mi cama escuchando el diluvio, cuando se me apareció la cara de uno de los chicos con los que había estado durante el día y pensé: Se debe estar mojando hasta el caracú y yo acá tapado y casi disfrutando de la lluvia -cuenta Mario-. Fue en ese instante donde pensé que era momento de poner manos a la obra y comenzar a hacer algo por los que más lo necesitan.»

Hace mucho que Mario venía pensando en la posibilidad de hacer algo por los demás. Pero su idea no era darles cobijo a los más pobres ni comida ni brindarles asistencia. Su proyecto iba un poco más allá y no sólo pensaba en facilitar un producto final al grupo más vulnerable de la sociedad, sino en darles las herramientas para que ellos mismos pudieran ayudarse. Ahí estaba para Mario la clave de todo.

«Nosotros no le damos casas a los que no las tienen, sino que trabajamos en conjunto con las personas para que ellos mismos atraviesen el proceso de construir su propia vivienda. Nosotros creemos que es el proceso y no sólo el producto final lo que dignifica a las personas», cuenta Mario.

Hace 33 años Mario pudo dejar de desear que cada vez más personas puedan tener una vivienda digna para ponerlo en práctica.

No fue de la noche a la mañana que surgió esta inquietud, sino que él admite que la preocupación por el prójimo y el ponerse al servicio de los demás fue algo que mamó desde pequeño.

LO QUE SE HEREDA NO SE ROBA

Por un lado, Franzini cuenta que su mamá siempre fue una persona que, cuando podía, ayudaba a los que menos tenían. Por otro, admite que sus veraneos en Cortaderas, en San Luis, lo ayudaron mucho a abrir su cabeza y a poder ver otras realidades, ya que lo pusieron en contacto directo con la familia de los caseros y gente con menos recursos. Además, por último, sus años como director de Cáritas lo habían preparado para poder poner en práctica ese deseo que tuvo aquella noche de lluvia de verano.

«Mi paso por Cáritas fue muy importante para ponerme en contacto con lo que implica estar al servicio de los demás. Fue un paso muy significativo y cuando terminé con Cáritas me propuse hacer algo promocional relacionado con las viviendas», cuenta Mario. Dicho y hecho.

Fueron esas ganas, mezcladas con un encuentro clave, lo que hizo que la fundación pudiera nacer. Y si bien Mario se define como un hombre que no cree en las coincidencias, admite que se encontró con la persona justa en el momento justo. «En un encuentro parroquial me puse a hablar con una hermana y le conté mis ganas de comenzar con la fundación, y ella me comentó que tenían armado un grupo de trabajo con los mismas ideas. Fue así que nos juntamos y pusimos en marcha un pequeño proyecto que hoy es la fundación.»

ACCESO A UNA VIVIENDA DIGNA

La Fundación Sagrada Familia trabaja desde 1979 contribuyendo a la promoción de las personas y a la consolidación de las familias, utilizando como medio programas para facilitar el acceso a una vivienda digna.

La ONG creada por Mario Franzini tiene como objetivo apoyar y fortalecer la dignidad humana de las personas y las familias que viven en condiciones habitacionales deficitarias, potenciando capacidades de liderazgo, solidaridad, organización y creatividad. Además tiene como meta estimular a las familias para que asuman responsablemente un compromiso de trabajo y el esfuerzo económico que representa la devolución del crédito.

Si bien Mario ya no cumple un rol formal en la fundación, él se define como un jubilado activo de la ONG. «Después de muchos años de tener un papel protagónico en la fundación, hace dos años pensé que era momento de dar un paso al costado, aunque igualmente sigo muy ligado a ella.»

La fundación tiene tres proyectos. Uno es en el que se incentiva a la construcción propia de viviendas. «Los proyectos surgen a partir de las necesidades habitacionales y de las oportunidades de recursos del ámbito público o privado. La mayoría tiene por objetivo el acceso a la vivienda propia. En otros casos, el objetivo es completar viviendas deficitarias o provisión de infraestructura», cuenta Mario.

Otro programa es el Programa de Mejoramiento de Viviendas (Promevi). Éste brinda microcréditos grupales con garantía solidaria para la construcción o mejoramiento gradual de la vivienda con asesoramiento técnico constructivo y acompañamiento social.

«Promevi intenta involucrar al propio interesado en la búsqueda de soluciones concretas para su problema habitacional estimulando el crecimiento de sus capacidades en el orden personal y comunitario», cuenta Mario.

Por último existe el programa Sume Materiales. Es uno autosustentable que actúa como nexo entre quienes tienen materiales de construcción y mobiliario para donar y quienes los necesitan. Un promedio de 3500 familias compraron materiales a precios sociales para mejorar sus viviendas.

Si bien los tres programas apuntan a mejorar aspectos del grupo más vulnerable de la sociedad, los tres comparten una idea fundamental: la importancia de involucrar al beneficiario en el proceso para lograr el trabajo final.

LA AUTOCONSTRUCCIÓN

«No hacemos casas, sino que generamos procesos que permiten que una familia sin casa digna pueda acceder a una», afirma y no se cansa de repetir Mario.

Si bien desde el comienzo Mario pensó que tener una vivienda era lo que le daba dignidad a una persona, y por eso desde el inicio sabía que la fundación que quería armar debía solucionar esa carencia, también sabía que el proceso de construcción de casas era tan importante como el resultado final.

«La autoconstrucción es un valor cultural muy fuerte y es importantísimo que los beneficiarios también estén presentes durante todo el proceso. La importancia de que la gente sea capaz de lograr con su sacrificio su vivienda tiene un valor agregado que desde la fundación creemos que es primordial, por eso ponemos nuestro énfasis en eso -cuenta Mario-. Hay que entender que desde el primer momento, la fundación se propuso ser un instrumento de promoción humana y puesta en común de bienes.»

EL PRIMER PROYECTO

Todo comenzó con un grupo de 12 personas en la villa Uruguay. «Fue un proceso muy largo de mucho trabajo de concientización y educación», cuenta Franzini. La fundación se inauguró con dos proyectos de 12 casas cada uno en un lote que fue donado por la Municipalidad de San Isidro. «Las 12 personas que participaron del proyecto eran las mismas que iban a vivir en las casas que estaban construyendo, y eso es un valor agregado que es fundamental para dignificar a las personas. Saber que su trabajo es el que lo va a hacer tener una mejor calidad de vida dignifica y fortalece la autoestima de las personas», agrega.

Es justamente porque las casas son hechas por obreros que los tiempos de construcción son más largos. En este caso tardaron tres años en hacerse. «La gente durante la semana trabaja y tiene su oficio, y los fines de semana es cuando tienen tiempo de construir», cuenta Francini.

En los comienzos las que recibían su vivienda recién comenzaban a devolver el dinero una vez que estaban viviendo allí, pero con el tiempo esto cambió y ahora desde el momento en que se comienza a construir las familias empiezan a pagar la cuota. «Por lo general, la mayoría de las familias pagan porque saben que con lo que ellos abonan otras familias se pueden armar las casas. Es un tema de concientización. Fueron pocas las familias a las que les tuvimos que sacar la casa», agrega.

LOS RECURSOS

El mayor desafío cuando comenzó la fundación fue y hoy sigue siendo, cuenta Mario, conseguir los recursos necesarios para poner en marcha nuestro proyecto. «Desde el comienzo nos dedicamos a pedir plata: amigos, conocidos, el gobierno, empresas; cualquiera que pudiera aportar con lo que fuera nos servía y era fundamental para poder poner en marcha nuestro proyecto -dice Mario-. Lo que nos costó mucho fueron los proyectos caros, más que nada en los momentos de crisis ya que entre comer y hacer casas es difícil competir. Hoy quizás es un poco más fácil ya que los depósitos bancarios y las redes sociales simplificaron las cosas, pero aun así en esto es donde tenemos que focalizarnos y trabajar más duro el año próximo.»

Pensando en 2013, Mario sabe que a la fundación lo espera un año con muchos desafíos, y es justamente el de conseguir los recursos en el que van a trabajar muy duro. Actualmente no sólo se puede ayudar a la ONG donando dinero, sino que también uno puede donar materiales, tiempo y, también, tierras.

Cualquier colaboración, dice Mario, es útil y sirve para construir no sólo viviendas, sino también dignidad.

BIOGRAFÍA

Mario Franzini

Profesión : Ingeniero
ONG : Fundación Sagrada Familia
Página web : www.sagradafamilia.org.ar
Area de acción : mejoramiento de las condiciones de habitabilidad de las personas de bajos recursos.

ESTADO DE SITUACIÓN

  • 11,9%
    Reside en viviendas precarias
  • 6,9%
    Padece hacinamiento medio
  • 34%
    No tiene conexión a la red cloacal
  • 26,7%
    No tiene conexión a la red de gas natural domiciliario
  • 27,6%
    Tiene terrenos y calles inundables en las inmediaciones de la vivienda

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Vía: LaNación

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