Isabel Trujillo – Agrupación Chicos de la Plaza | Desarrollo comunitario | Bahía Blanca

El proyecto
Isabel es tutora de 30 niños de un barrio vulnerable en Bahía Blanca. Los reúne para hacer la tarea y darles apoyo escolar. Luego, usando como base la biblioteca que ella logró construir, organiza talleres y actividades educativas. Los padres retiran a sus hijos cuando regresan de trabajar, tranquilos porque saben que sus chicos no estuvieron en la calle y porque Isabel amplía su formación humana .
Qué está logrando
Las familias del Barrio Noroeste, donde trabaja Isabel, viven en asentamientos, son numerosas y muchas veces carecen de la figura paterna: las mamás trabajan y los niños quedan solos gran parte del día. El trabajo de Isabel apunta a asegurar su permanencia en la escuela y a que tengan un grupo de referencia que deje una huella positiva para el resto de su vida. Además de fútbol, Isabel coordina las clases de inglés, computación y guitarra .
El dato
Unos 24 años atrás, cuando la labor de Isabel recién comenzaba, los chicos se reunían para hacer los deberes en el garaje de su casa, al que llamaban “El nido”. Isabel impulsó la construcción de un jardín de infantes cerca del Barrio (algo que facilitó la escolarización de niños que no tenían dinero para los viáticos), la gesta de una plaza pública y la creación de una Biblioteca pública en 2006 a donde asentaron la nueva base de todas las actividades: la educación es algo innegociable para ella .
Su mirada
Isabel hace que sus chicos sean protagonistas de la concreción de todos esos proyectos comunitarios: “Para que un hombre sea bueno, debió tener una infancia feliz, y los niños son felices si se sienten útiles y pueden disfrutar de sueños hechos realidad” .

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Isabel, creadora de infancias

Isabel Trujillo creó Chicos de la Plaza Tambor de Tacuarí, para darle a chicos en riesgo la posibilidad de tener una infancia distinta.

El Proyecto
“La infancia es un mágico tiempo de sueños”, puede leerse en el patio de juegos de los Chicos de la Plaza Tambor de Tacuarí. Una frase que bien sintetiza el espíritu de la obra de Isabel Trujillo en Bahía Blanca, que busca darle a 30 chicos la posibilidad de tener una vida feliz, con estudios, recreación y contención, como la de cualquier niño. “Yo creo que para que un hombre sea bueno, debe de haber tenido una infancia feliz y los niños son felices cuando se sienten útiles y pueden disfrutar de los sueños hechos realidad. Por eso hacemos esto”, dice Isabel.

 

«Les damos un lugar sin violencia y sin riesgos, de hermandad, de colaborar con el otro, de cultivar el amor a la naturaleza».

 

El emprendimiento se ubica en el Barrio Noroeste, al sudoeste de Bahía Blanca, zona de asentamientos precarios, con familias numerosas y frecuente ausencia de la figura paterna.

 

La iniciativa se fue armando lentamente, hace 24 años. Y hasta hace cinco, el espacio de esparcimiento con el que contaban los chicos era el garaje de la casa de Isabel. Allí empezó todo: lo bautizaron el Nido. Los chicos iban a hacer sus tareas con la ayuda de Isabel, que luego los llevaba a la plaza a distraerse. Los fines de semana compartían salidas para conocer la historia de la ciudad. Hoy la iniciativa cuenta con su propia biblioteca, canchas de fútbol y básquet y una plaza de árboles plantados por las propias manos de los chicos.

 

Los chicos que integran la agrupación van desde los 2 hasta los 14 años. Su actividad arranca a las 15 horas, cuando ya terminaron sus obligaciones escolares. A esa hora, los esperan talleres de inglés, guitarra y computación. Luego, toman la leche y, más tarde, juegos, guitarra, lectura o bordado de los disfraces de la murga que tiene el grupo, la única murga sólo de chicos de Bahía Blanca. En vacaciones de verano, la actividad sigue. Los chicos van a la pileta Maldonado, cuidan de los árboles de la Plaza Tambor de Tacuarí, entre otras cosas.

 

Y aunque los chicos tienen muchas necesidades, también tienen conciencia de la necesidad de ayudar a otros. Así, la murga de “Los Trapitos del Tambor de Tacuarí” baila en todos los lugares adonde se lo solicitan. Los chicos también hicieron trabajos solidarios en la Reserva de los Wichi en Formosa, redactaron el libro la Historia del Barrio Noroeste, hicieron una colecta para levantar el Monumento a los Héroes de Malvinas y fueron premiados en varias oportunidades por el cuidado de su plaza.

 

Hasta 2006, mientras trabajó en su casa, Isabel llevaba a cabo todas las tareas. Cuando se inauguró la biblioteca se empezaron a sumar voluntarios.

 

Isabel tiene dos sueños para sus chicos a futuro. El primero es finalizar la construcción del recreo «Juanito Bosco», que será utilizado como hogar de día para niños en situación de riesgo. Aunque el recreo ya se empezó a construir, hoy sus obras están paradas por falta de fondos. El segundo, construir un aula para dar charlas a jóvenes embarazadas y a mamás de pequeños hijos para prevenir la desnutrición infantil.

Cómo nace
La Agrupación Chicos de la Plaza Tambor de Tacuarí fue fundada por Isabel en 1987, hace 24 años. Comenzó por casualidad, cuando Isabel llevaba a la playa a un hijo con capacidades diferentes. “Una tarde salí de mi casa y había muchos chicos en la vereda y los invité a venir conmigo, el primer día fue uno, al día siguiente dos, y a lo largo de los días fueron muchos. Después de la pileta, venían a tomar mate a mi casa y cuando terminó el verano, llegó el otoño y las clases y siguieron viniendo a mi casa a hacer las tareas”, cuenta Isabel.

 

Así, lo que empezó en el garaje de su casa se convirtió en un poderoso factor de estimulación del desarrollo de los chicos del barrio. Hoy y gracias a Isabel y sus chicos, el grupo tiene plaza, biblioteca, espacios para deportes, jardín de infantes e inició la construcción de un recreo que será usado como hogar de día para chicos en situación de riesgo.

 

Quién es

Isabel Trujillo tiene 71 años, es maestra y fue directora e inspectora escolar. Con su jubilación paga sus gastos y los de su hijo, y financia parte de los gastos del grupo Tambor de Tacuarí. Desde su jubilación, en diciembre de 1990, se dedica full time a la iniciativa, y no percibe remuneración por su trabajo.

 

La vocación por la docencia de Isabel, que la ayudó a fundar el grupo, nació por sus problemas en la escuela. “Sufrí mucho en la escuela cuando me decían que investigara sobre Belgrano o San Martín y mis padres, españoles, no sabían quiénes eran. Yo era muy pequeña y decía: voy a ser maestra y voy a enseñar la historia de mi Patria. Y así lo hice y lo hago, porque en este momento en mi barrio hay muchos extranjeros y muchos argentinos que no terminaron la primaria y que no le pueden enseñar a sus hijos y tampoco tienen libros para hacerlo”, dice Isabel.

 

Su huella
El trabajo de Isabel permite que más de 30 niños de familias marginales puedan continuar con sus estudios, capacitarse y tener espacios de recreación como cualquier niño, mientras sus padres trabajan. Allí también reciben apoyo escolar e historia argentina.

 

Yo creo que para que un hombre sea bueno, debe de haber tenido una infancia feliz, y los niños son felices cuando se sienten útiles y pueden disfrutar de los sueños hechos realidad.

 

La iniciativa es un importante espacio de inclusión y desarrollo para los chicos, y los mantiene alejados de peligros como la violencia o las drogas.

 

“Les damos un lugar sin violencia y sin riesgos, de hermandad, de colaborar con el otro, de cultivar el amor a la naturaleza”, dice Isabel. Hoy, muchos adultos que pasaron su infancia con Isabel, hoy llevan a sus hijos para que vivan la inolvidable experiencia de pertenecer al Grupo Chicos de la Plaza de Tambor de Tacuarí.
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