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Gabriel es tímido, retraído, muy caballero. Lo conocí en el canal, cuando sus papás vinieron a verme. Había escrito su libro y querían que leyera uno de sus poemas.

Fue un honor para mí el interés de esa familia por incorporarme en la lectura de ese maravilloso texto. Todavía en aquel momento la angustia los invadía porque Gabriel no estaba bien de salud y el pronóstico era «el dolor».

Deseaba con toda su alma poder componer y dirigir la música del coro de la catedral de Lomas de Zamora, pero esto parecía lejano teniendo en cuenta que en algún momento todo el esfuerzo de Gabriel por hacer lo que más amaba, se veía derrumbado por el impedimento físico que le generaba su enfermedad.

Sin embargo, ese día me prometió no bajar los brazos hasta lograrlo. Y asi es. Hoy Gabriel dirige el coro Santo Tomás de la catedral. Las composiciones son suyas. Y es el director del coro.

Gabriel enseña más de lo que habla. Me dedicó su libro «Ocasos» y en el final puso: «Espero que disfrute de la lectura de este libro y como yo,comprenda que los ocasos no son símbolos del fin sino promesas de resurrección.»