Elena Durón Miranda – Creó Proyecto PETISOS: Erradica el trabajo infantil

  • El proyecto
    Elena erradica el trabajo infantil que se da en los basurales de Bariloche. Más de 200 chicos han salido de un ciclo laboral invisible y tóxico, y entraron en los programas de educación formal, talleres de expresión artística y programas de salud, donde encuentran nuevos sentidos a sus vidas.
    Qué está logrando
    Quizá el cambio principal que logra el equipo de Elena Durón es devolver a los chicos la fe en ellos mismos. ¿Cómo? Lo principal es que sientan que alguien cree en ellos, que son valiosos. Eso modifica todo.
    El dato
    Luis vivía en un campamento en el basural, cuando tenía 12 años. Allí trabajaba. Sin escuela, sin juego, sin futuro. “Llegué a Petisos gracias a Elena, cuando ella se metía al basural a buscarnos”, recuerda. Cursó los talleres, estudió, se rearmó por dentro. Esta temporada de ski, con 19 años, tuvo su primer trabajo, en una confitería del Cerro Catedral. “A Elena le agradezco todo, es una excelente persona”.
    Su mirada
    Elena vio personas donde el resto no veía a nadie. Se animó a observar y a comprometerse. “Todos podemos hacer algo por los demás. Lo principal es aprender a cambiar la mirada, a mirar distinto”.

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    Del basural a la vida

    Elena erradica el trabajo infantil en los basurales de Bariloche. Con su proyecto PETISOS, 200 chicos salieron del trabajo tóxico.

    El Proyecto
    En el Bariloche de la pobreza y el frío extremo, ese que para el turista es inimaginable, muchos chicos no tienen sueños. El hambre, la necesidad de trabajar y otras problemáticas a las que están expuestos les quitan su derecho a ser niños. Allí se concentra la misión de Elena Durón. “Sueño con chicos que sonrían, que puedan ser chicos, que puedan jugar, divertirse y volver a tener futuro”, resume ella.
    Bariloche ignora sus miserias”, reclama Elena. Ella se detuvo ante los niños invisibles que trabajaban en el basural municipal.
    Petisos cuenta con dos sedes instaladas en dos de los barrios olvidados de Bariloche, en la zona llamada “el alto”. Desde allí, salen a buscar a las familias, se presentan, escuchan, aprenden, generan un vínculo. Recién entonces las convocan a las diversas propuestas que ofrece la fundación.
    La sede se transforma en lugar de encuentro. Los chicos participan de talleres de violín, inventos científicos, ecología, distintas formas de arte, entre otros. “Desde la expresión, los niños descubren nuevos sentidos para sus vidas”, explica Elena. Los talleres cumplen la doble función de enseñar alguna destreza y, a la vez, comenzar a sanar heridas emocionales: “Lo principal es que sientan que alguien cree en ellos, que son importantes y valiosos”.
    A su vez, los especialistas de impulsan la reinserción escolar (o el inicio de clases, para quienes nunca fueron escolarizados), y acompañan ese proceso muy de cerca. Su meta es que la escuela sea vista por los chicos “como algo que les da herramientas para su porvenir”, detalla Elena. La educación formal es clave para ella, siempre que vaya potenciada por un seguimiento personal de las necesidades únicas de cada uno de estos chicos.
    Elena está lejos del asistencialismo. “Los chicos y familias con quienes trabajamos se sienten contenidos y participan protagónicamente de nuestra propuesta”.
    Cómo nace
    Hace 10 años, Elena fue convocada por la fundación Gente Nueva para organizar un proyecto destinado a los adultos trabajadores del basural de su ciudad. Llegó al predio y se encontró con una situación anómala: organizados en torno a núcleos familiares, decenas y decenas de niños revolvían la basura buscando alimento y objetos que pudieran venderse. Según cataloga Elena, “el trabajo en el basural es una de las formas más aberrantes de trabajo infantil, por su nivel de toxicidad”.
    Automáticamente, cambió el foco de su tarea y apuntó a los menores. Se acercó respetuosamente y empezó a ayudarlos con su tarea. Así los fue conociendo y se ganó el cariño de sus padres. “Me la pasaba con un pañuelo sacándole los mocos de la cara, imaginen que allí hace mucho frío –recuerda Elena–. Hasta que un día decidí que no podía pasarme la vida sacando mocos, tenía que evitar que resfríen”.

    Armó una carpa en el mismo basural en la que los chicos podían jugar y desconectarse al menos un rato del trabajo y la contaminación. Y al tiempo, con el apoyo de 100 familias, sacó a sus chicos del predio y los insertó en lo que ella llama El ciclo de la vida: ahora estudian, juegan, socializan, tienen una infancia sana y con capacidad de proyectarse hacia un futuro con metas positivas. Algo que antes de conocer a Elena no entraba dentro del radar de sus posibilidades.
    Quién es
    Elena es mexicana y llegó a Argentina hace algo más de una década. Vive en Bariloche con su hijo y su marido. Quedó cautivada por la realidad social, edilicia y humana de los barrios ocultos de la ciudad. Por eso se radicó allí, cerca de aquellos por quienes hoy trabaja.
    Desde la expresión, la pintura y la música, los niños descubren nuevos sentidos para sus vidas.
    “Bariloche ignora sus miserias”, reclama Elena. Ella se detuvo ante los niños invisibles que trabajaban tapados por la distancia y las bolsas de residuos. Se detuvo y miró. Tendió la mano y los retornó al mundo de los que existen, participan y sueñan.
    Cuesta entender que de su pequeña contextura emerja tanta energía. No se detiene en todo el día. Siempre atenta, siempre con una respuesta, siempre un paso adelante en el proyecto que vendrá. Así la definen quienes trabajan con ella. Sorprendidos y admirados.
    Pero dentro de ese empuje, sabe detenerse a dar atención a cada madre y cada chico que llegan a la Casita Abierta, nombre de una de las sedes.
    Su huella
    Con los años y la evidencia de un trabajo desinteresado y eficaz, las familias del barrio ven en Elena a un referente de consulta para diversos temas. PETISOS, desde sus orígenes, siempre contempló al niño como parte de una familia. Por eso tienen programas destinados directamente a trabajar con los padres, con la idea de fortalecer los vínculos y acercar posibilidades de una vida mejor.
    Gracias a las iniciativas de Elena Durón, hoy existe jurisprudencia sentada que prohíbe el trabajo infantil en el basural. Aunque todavía tímidamente, ha alcanzado convertir su causa en un principio de política pública.

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