Beatriz Pellizzari – Creó La Usina Asociación civil: Discapacidad Ciudad de Buenos Aires

  • El proyecto
    Beatriz fundó la asociación civil La Usina, desde donde busca que las personas con discapacidad accedan a sus derechos para ser ciudadanos libres. Lucha por una sociedad que reconozca las diferencias, pero elimine las desigualdades.
    Qué está logrando
    A través de las campañas de comunicación pública, pretende que la sociedad aprenda a mirar distinto. A través del asesoramiento y capacitación a empresas, Beatriz está logrando revertir el alto nivel de desocupación que aqueja a la población con discapacidad.
    El dato
    Impulsó la empresa social REDactivos, una red de talleres protegidos y autosustentables, donde los 300 operarios, con distintas discapacidades, producen, venden y ganan sus propios ingresos. Con hechos, la discapacidad queda en segundo plano, detrás de la persona.
    Su mirada
    “Lo que hago me hace feliz, porque estoy al servicio de la construcción del bien común. Estamos tendiendo rampas culturales y logrando que la sociedad abra su mente y cambien su percepción. Estamos educando públicos específicos. Nuestra intención es hacer de la discapacidad un tema de agenda”.

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    http://www.lausina.org/ | (011) 4581-8221

    Libertad para todos

    Beatriz denuncia los prejuicios y trabas sociales que limitan el crecimiento de las personas con discapacidad.

    El Proyecto

    Diseña campañas de concientización pública para instalar en la agenda el tema de la discapacidad. Muchas veces, se inician con concursos en los que participan estudiantes universitarios: Bea quiere que los futuros profesionales se capaciten sabiendo que la persona con discapacidad es, ante todo, persona, y que como tal, tiene mucho para dar en la dinámica social productiva. “La comunicación es la espina dorsal del trabajo que hacemos”, aclara Bea. Comunicar, para ella, es dejar un clamor en la arena pública, para que nadie pueda decir que no escuchó.
    Por más que vos des recursos a la persona con discapacidad, si cuando sale al mundo la gente lo mira desde el déficit y no desde su capacidad, el proceso de integración no va a ocurrir.
    También acompaña a empresas a que aborden la inclusión laboral de personas con discapacidad. Expone casos exitosos, derriba mitos, sensibiliza sobre el tema y hasta investiga qué áreas de la compañía podrían comenzar a ser inclusivas.
    Con las campañas, la acción sobre empresarios y sobre políticas públicas, Beatriz pretende que se hable de esto, “para derribar prejuicios, bajar las barreras del miedo y lograr que la discapacidad sea un tema corriente”.
    En paralelo, La Usina ofrece asesoramiento y capacitación a las ONG que dan atención directa a personas con discapacidad.
    El último salto de la obra de Bea llegó con la creación de redACTIVOS, una empresa social que produce, comercializa y distribuye productos y servicios desarrollados por más de 350 personas con discapacidad intelectual. De esta manera, se logra una inclusión real, que significa independencia social y económica de estos trabajadores. La clave está en que los clientes no compran por lástima; compran porque el producto es muy bueno, llega a tiempo y a un precio competitivo.
    Cómo nace
    “Por más que vos des recursos y desarrollo a la persona con discapacidad, si cuando sale al mundo la gente lo mira desde el déficit y no desde su capacidad, el proceso de integración no va a ocurrir”, declara Bea. Ese giro conceptual es el que le permitió definir su misión: hablarle a la sociedad sobre la discapacidad. Así comenzó a trabajar en beneficio de las personas con discapacidad, pero no directamente, sino generando un cambio de conciencia en el resto de la comunidad.
    “La discapacidad impacta sobre el 20,6% de los hogares del país”, puntualiza Bea. La pregunta que la sacudió fue por qué si es un hecho para tantos argentinos, todavía se lo trata con extrañeza. “Teníamos que hacer de la discapacidad un tema corriente, teníamos que quitarle todo ese sesgo de tabú que la rodeaba”.
    Si la cultura instala en las mentes que se trata de una cosa rara, las personas con discapacidad serán vistas de igual modo. Quedan alejadas de la lógica comunitaria, quedan recluidas a un rincón donde conviven la soledad y la falta de perspectivas de desarrollo. Como ellos quedan en silencio, La Usina nació para gritar en el espacio público que es posible revertir esa exclusión.
    Quién es
    Hace ya mucho tiempo, Beatriz sufrió un accidente en moto que pudo haber sido fatal. “Lo que yo hago no es mi trabajo, si no la causa misma de mi vida, es un modo de reivindicar la oportunidad de estar viva”.
    Impulsada por la necesidad de contar algo cierto, Bea educa, capacita, prepara, hace ruido, da visibilidad a una problemática encajonada. Sabe que negligencia, ignorancia, miedo o negación pueden ser las actitudes que nublan la vista. El foco de la mirada común se concentra en la silla de ruedas, en el audífono, en el gesto facial poco habitual, y muy atrás, como escondida u olvidada, está la persona queriendo tener oportunidades.
    Si la cultura instala en las mentes que es una cosa rara, las personas con discapacidad serán vistas de igual modo. Quedan silenciadas. La Usina nació para gritar en el espacio público que es posible revertir esa exclusión.
    Beatriz llegó de Uruguay cuando tenía 21 años, y hace 8 que trabaja por una Argentina mejor. “Creo que todos somos beneficiarios de lo que hace La Usina, porque estamos creando un país más justo e inclusivo”, se anima.
    Su huella
    La Usina está generando una corriente de alto impacto. Más de 4000 de personas al año han aprendido algo sobre discapacidad gracias a la acción de Beatriz. Hoy, el tema empieza a sonar distinto.
    Los 12 talleres protegidos que componen a RedACTIVOS tienen 22 empresas clientes. “No sólo das trabajo, si no que estás cambiando la visión que tiene toda una empresa sobre los 2,2 millones de personas con discapacidad que hay en el país”.
    Gracias a que tienen trabajo, jóvenes que no leían, leen, chicos que no escribían, escriben. Al sentirse capaces, se animan a más. Los techos de su crecimiento se van derribando y se elevan hasta alturas que antes parecían utópicas. “Nosotros lo vemos todo el tiempo, una persona con discapacidad puede hacer mil trabajos”, ratifica la impulsora de La Usina.
    Cuando todos tomen conciencia del valor humano de la persona con discapacidad, lo saquen de la sombra del rechazo y le permitan la libertad de ser y crecer, entonces, Bea podrá descansar. Llegará ese día en que se cumpla el grito sagrado de nuestro himno. Libertad, para todos. Mientras tanto, La Usina seguirá haciendo ruido.

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